Casa Silvio. Entre Bocartes y Bogavantes
Javier Rapado Santaolalla
Observador-Corresponsal para Cantabria
Pues con motivo de la llegada del fin de semana, y tras unas semanas
ciertamente estresantes, el pasado viernes nos reunimos unos cuantos amigos con
ganas de pasarlo bien y con la idea entre ceja y ceja de disfrutar de un poco
de marisco.
El elegido fue en este caso un tradicional Bar-Restaurante de la capital
cántabra: Casa Silvio. En mitad del barrio de Tetuán, uno de los mas antiguos y
simbólicos de Santander, nos encontramos con esta tasca marinera, sin alardes
en su concepción pero con ese glamour incomparable que da la tradición, la
leyenda y el sentirse como en casa apenas llegar a la barra y saludar a Mari,
el alma de la casa prácticamente desde que tengo uso de razón y descubrí, este
rinconcito de la mano de mis padres.
El servicio en este sitio es algo fuera de normal. Tras avisar a Mari de
nuestras aviesas intenciones, nos sentamos a esperar sus proposiciones... Y
éstas no se hicieron esperar!!!
La Doña nos fue preguntando sobre la marcha por nuestras preferencias y
nos confeccionó el Menú con mimo y mucha cabeza, lo que nos supuso tener
enfrente el plato adecuado en el momento y punto de cocción adecuado. Cuando
hablamos de cocina de producto, la figura de Mari adquiere una importancia
capital.
No nos arriesgamos en el vino, Hdos. de Marqués de Riscal Sauvignon. Sin grandes alardes se trata de un vino de elevada intensidad aromática y un buen equilibrio ácido y de mineralidad, como consecuencia de su prolongado contacto con las lías finas, incluso una vez finalizada su fermentación. La sensación de volumen en la boca es más que apreciable.
Comenzamos con unas ostras. Su textura e intensidad de sabor aconsejaban dejar a un lado el limón. Pocas veces me han llenado de matices como esta vez. No soy un fan numero uno de las ostras, pero disfruté en esta ocasión, y mucho de estas preciosidades.
Uno de los platos que más me sorprendió fueron los bocartes (algo difícil por mi procedencia cántabra, y cierta tradición pesquera en la familia). Sin espina y con un rebozado ligero, fue un plato estrella, del que dimos cuenta con grandes elogios. Cabe destacar el pequeño tamaño de los peces, que en nada desmerecía el plato ni la ración. Mari nos comentó que este año el agua ha estado demasiado fría. Además el Bonito, primer depredador del bocarte se ha adelantado ligeramente este año, asomando pronto por las aguas de Vigo, lo que no presagia una buena temporada de bocarte. Estos sin embargo, fueron un verdadero escándalo.
Desfilaron a continuación, unas gambas rojas de Palamós al punto justo
de sal, y solamente aderezadas a nivel de la cabeza, como rezan los puristas.
Como suele ser normal cuando el producto es bueno, el dicho aquel que reza que
en su cabeza está la mejor sopa que se puede encontrar en la naturaleza se
cumplió a rajatabla. De nuevo incidir en que el orden y los tiempos en los que
nos sirvieron los platos subió muchos enteros la calidad que de ellos
percibimos.
Esta Navidad, con motivo de la visita familiar que solemos rendir a Luis
(Fundador del blog El Epicúreo) y su encantadora mujer e hijo, degustamos unas gambas rojas de Sóller en su mismo puerto. Para poder seguir colaborando con el
blog no voy a decir que éstas eran mejores, pero sí que diré al menos, que
juegan en la misma liga;) Y eso es mucho decir... Muchísimo
Llegó el momento nécoras a la plancha... Para los que nos gusta remangarnos
y "bajarnos al barro" para pelear con esas patas, tenazas y carcasas,
es un momento verdaderamente Epicure.
Centollo. Otra verdadero despliegue de frescura y buen hacer. Carne prieta
dentro de las patas y una muy sencilla elaboración dentro de su caparazón:
Huevo, vino blanco muy sutil o parcialmente evaporado y la propia carne del
centollo....de nuevo algo imposible de hacer sin la materia prima de más alto
nivel. La ternura de las patas rusas y su acertada presentación (corte) fueron
otro de los momentos álgidos de la noche.
Finalmente llegó la estrella invitada de la noche. El Bogavante que os he presentado
en la segunda foto de la crónica y que a estas alturas de la noche, en la mesa
había sido bautizado como "Tenacitas" en honor al famoso Hommer, y su
mediática familia.
Cual fue nuestra sorpresa cuando Mari nos presenta la bandeja con el morro
torcido y nos comunica solemnemente que ese animal sería la cena de camareros y
cocineros al no superar los estándares de calidad con la que suele agasajar a
sus clientes y amigos.
Efectivamente la carne no sobresalía de las patas pero no era nada que
llamara en absoluto la atención. Para ser un mes sin "r", me parecía
un plato extremadamente solvente, casi al mismo nivel que el resto de la cena.
Al parecer, había soltado demasiado liquido encima de la plancha. Pese a todos, dejo una foto para que juzguéis.
Dado el criterio del que Mari había hecho gala desde que entramos por la
puerta, seguimos sus indicaciones y retiramos el plato. en su lugar, nos
sacaron dos piezas de un tamaño ligeramente menor, del que no voy a comentar
nada en absoluto, pero si que voy a compartir con vosotros. Sólo diré que
mereció mucho la pena:) La atención y buen hacer de ésta señora, queda para los anales. Feliz semana a todos.
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