Llevábamos semanas comentando por los corrillos
gastronómicos que este año sería de transición en la nueva Guía Michelín 2016 y
así ha sido. Bien es cierto que en las quinielas sonaba con fuerza la tercera
estrella del Mugaritz y no ha llegado; cuestión de tiempo. Sí ha llegado la
segunda para Coque premiando de esta manera la trayectoria meteórica de Mario
Sandoval sobre quien los jueces dicen haber premiado "Una cocina
contemporánea con raíces madrileñas, con increíbles juegos cromáticos y
exquisitas presentaciones".
Tampoco ha sido una sorpresa la segunda de Fernando
Arellano al mando de los fogones del Zaranda que una década después de haber
conseguido la primera estrella en Madrid, alcanza la segunda gracias a
"Una cocina de autor, de excelente técnica que busca la complejidad con la
calidad de los productos locales, para conseguir sorprendentes fusiones de
sabores".
Hablamos de año de transición porque este año, los
inspectores han decidido engrosar la parte baja de la pirámide de la Guía Roja
creando nuevos proyectos con trayectoria y seguir fomentando las ilusiones de
cocineros que se dejan la vida por conseguir el triple estrellato que tan solo
ostentan algo más de 100 restaurantes en todo el mundo. Así, entre los manteles
españoles que en esta ocasión han accedido al Olimpo gastronómico con su
primera estrella destacan Hoja Santa con el que Albert Adriá consigue así una
estrella para el restaurante mexicano en Barcelona, el Ermitaño (Benavente, Zamora) o Casa Marcelo en Galicia.
Hasta cuatro nuevas estrellas han caído en Andalucía en
donde destaca la del Messina en Marbella y el Acánthum en Huelva. En esta
ocasión el País Vasco solo ha sido galardonado con una nueva estrella por la
cocina del restaurante Zárate.
Mantenemos nuestras tres estrellas y uno de mis favoritos
por el que siempre he apostado y que por primer año de manera seria aparecía en
las quinielas tendrá que esperar, Santi Taura en Lloseta (Mallorca).
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